sábado, 24 de noviembre de 2012

Trampas en blaugrana


Una de las pesadillas con las que duerme Sandro Rosell le da vueltas a la fórmula de frenar y reducir la importantísima deuda de 335 millones de euros que arrastra el FC Barcelona y que maniata muchos de sus pasos para seguir creciendo. Pese a dos años de recortes, los planes del presidente del Barça siguen viéndose limitados por ese gran lastre, heredado en parte de las anteriores etapas de Gaspart y Laporta. Todas las gestiones que inicia la actual directiva están hoy encaminadas a buscar patrocinios, nuevos ingresos atípicos y acuerdos con ‘partners’ que puedan dar alivio a la situación técnica de números rojos. Por lo que se ve, el camino utilizado importa ya poco.

 Pese a cerrar la pasada temporada con 48 millones de beneficio, la realidad es que el Barça no podrá tomar ninguna decisión sobre la construcción del nuevo estadio (costaría 600 millones) ni acometer grandes fichajes ni operaciones ambiciosas, si las cuentas reflejan ese elevado endeudamiento, que se recorta año a año, pero muy lentamente. En algunos terrenos, como en el mercado de los derechos de televisión, el club asume que ha tocado techo en las exigencias y no puede esperar incrementos en los próximos cinco años. No han tenido otra salida que el marketing y la comercialización del nombre del club, y por tanto, viajar por todo el mundo en busca de la ayuda financiera, que al final han encontrado en los petrodólares de Qatar, o en la ayuda de Shell para la Fundación.


Rosell y su equipo disfrazan como pueden la situación real, y buscan golpes de efecto, como anunciar en  la asamblea de compromisarios que no se incrementarán los precios de los abonos hasta el final del mandato de la actual directiva, en 2016. Fue una forma hábil de tener calmados a los socios, sobre todo el sector más radical que le exige todavía aclaración a los muchos pasos dudosos de la actual junta. Uno de ellos es la tan proclamada transparencia que el presidente no ha cumplido. Otro, conocer detalladamente algunos de los gastos desmesurados e injustificables de las anteriores etapas (un ejemplo, los fichajes y comisiones de Keirrison y Henrique, una promesa electoral incumplida) por los que, de momento Rosell  (con un más que posible pacto secreto de no agresión) no ha querido entrar. No ha pasado desapercibida la presencia del vicepresidente Carles Vilarrubí en la presentación del libro de Johan Cruyff, al lado también de Joan Laporta. ¿Acercamiento y reconciliación?


Las trampas o medias verdades de Rosell empiezan a ser una costumbre. Así  ha sido también con el cambio de patrocinador en la camiseta, que se ha justificado por una petición expresa del patrocinador (Qatar Sports Investment) y aplicado por una relevante cláusula en el contrato con QSI, escondida intencionadamente ante los socios. A la hora de la verdad, Rosell y su hábil gestor ecónomico, el vicepresidente Javier Faus, se han llenado la boca de fundaciones, intereses institucionales y labores benéficas para acabar ejecutando la explotación de la camiseta con claros fines comerciales, como será ahora la marca Qatar Airways. Lo que ni Núñez, ni Gaspart, ni Laporta se atrevieron a hacer -- manchar la camiseta para tapar los agujeros del club--, lo ha hecho Rosell sin pestañear, pero sin explicarlo claramente a los socios y tomando atajos. Resulta cómico que Faus defienda el cambio del nuevo patrocinador comercial del Barça aduciendo que ayudará al aeropuerto del Prat.

 Parece claro que la deuda actual del club justifica cualquier decisión, pero el talante tomado por la actual directiva empieza a ser peligroso. Los socios ya saben que si desconfían, acertarán.

Publicado en www.diariogol.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario