miércoles, 29 de agosto de 2012

Aviso para Tito, bálsamo para Mourinho


Una inesperada fragilidad defensiva ha condenado al Barça a la derrota en el Bernabéu y entregado la Supercopa a un Madrid eufórico, que lo ha celebrado a lo grande, no como un título menor. Al fin Mourinho ha podido sonreír y celebrar ante su afición una victoria frente a los azulgranas, que llega como un bálsamo para calmar los encrespados ánimos en el vestuario blanco por un mal inicio de temporada. Dos errores puntuales de Mascherano y Piqué, y la posterior expulsión de Adriano --que ha obligado a jugar al Barça con 10 jugadores durante más de una hora--, han allanado el camino del Madrid para su objetivo.

Sin jugar un partido excelso, el Madrid ha aprovechado bien sus oportunidades y ha vuelto a demostrar la fiereza y contundencia de su contragolpe. No necesita dominar el juego para golear porque cuenta con jugadores como Ronaldo o Higuaín, toda una garantía de acierto cuando se les entrega el mínimo espacio. El triunfo y el título en la Supercopa no han aclarado, sin embargo, las dudas que siguen asaltando a Mourinho y sus jugadores. No ha sido una buena señal que durante todo el segundo tiempo el Barça se haya adueñado del balón y haya vuelto a empequeñecer a los blancos incluso en inferioridad. La táctica de contención para conservar el resultado ordenada por Mourinho no ha vuelto a ser muy bien digerida por la grada, ansiosa de tumbar al Barça con un equipo dominador.

En cinco enfrentamientos en el Santiago Bernabéu como entrenador del Real Madrid, Mourinho nunca había ganado a los azulgranas. Con Guardiola en el banquillo, el balance escocía al portugés (dos empates y tres derrotas), por lo que la conquista de esta Supercopa ha sido muy festejada por los técnicos del Madrid. Mourinho sale así del partido más fortalecido de lo esperado, por el golpe moral que supone la victoria y la serenidad que inyectará el título en sus jugadores, indisimuladamente tensos con su entrenador.

 Para Tito Vilanova el traspiés es sólo un accidente, pero también una lección a tener en cuenta. Pasados los inesperados minutos de desconcierto, su equipo ha exhibido carácter y autoridad para mantenerse fiel a su estilo, y eso ha sido lo postivio, el dominio y la mentalidad atacante en busca del empate. La llamada a la reflexión tiene que ver con las concesiones (en la ida el error de Valdés),  los despistes defensivos –han fallado esta vez Mascherano y Piqué en el cierre-- y la configuración de la defensa, improvisada tras las bajas de Puyol por lesión y la de Alves en el calentamiento. El Barça no ha logrado, de momento, la cohesión con que se hizo fuerte en los últimos años. Necesita recuperar la presión en la salida del balón, y mejorar la atención en las coberturas, que antes garantizaban su fortaleza desde atrás. De momento, y pese a los cinco puntos de ventaja sobre el Madrid en la Liga, ha recibido el primer aviso, que señala hacia Víctor Valdés: no ha logrado mantener su portería a cero en los cuatro primeros partidos. 

domingo, 19 de agosto de 2012

La normalidad de Vilanova


Si el barómetro de un líder es la autoconfianza, el Barcelona ha acertado con Tito Vilanova. Todas sus apariciones, desde que el club decidiera apostar por él como sucesor de Guardiola,  han ido encaminadas a demostrar que está seguro y preparado para el reto. Tito Vilanova representa la normalidad, la continuidad del método y el estilo con los que el Barça se ha ganado el reconocimiento de toda su afición. Los cimientos, por tanto, son seguros.  Y los refuerzan los conocimientos técnicos del nuevo entrenador, como ha demostrado la elección del camerunés Song, un excelente mediocentro, muy acreditado en la Liga inglesa, para ocupar la baja de Keita. El nuevo proyecto, con Messi siempre como referente, arranca, por tanto, desde la seguridad, la autoconvicción y la esperanza de que Vilanova sabrá encontrar el camino para nuevos éxitos.


 Todo lo que se sabe y conoce de Tito apunta a la sobriedad y la discreción. No esperemos ver declaraciones grandilocuentes, posiciones intencionadas de protagonismo o pronunciamientos que no sean deportivos, como sí hiciera Guardiola durante su etapa de cuatro años. Sabedor de sus limitaciones, Vilanova ha querido huir de las comparaciones para sólo garantizar trabajo y profesionalidad, además de un conocimiento de la plantilla que sólo puede ser positivo. Ya ha anunciado que sus ruedas de prensa serán mucho menos mediáticas, para disgusto del presidente Rosell, que a partir de ahora no podrá agazaparse –como premeditamente tantas veces ha hecho-- detrás del entrenador en las cuestiones relevantes que exijan un pronunciamiento claro del club.

A los conocimientos de Vilanova le acompañan la motivación de los jugadores, el aspecto que puede ser más determinante para  que no se tuerza el inicio de temporada. En estos comienzos de nueva etapa, el Barça necesita, sobre todo, buenos resultados, por encima del buen juego. Sólo si Messi y compañía muestran una firme unidad con el técnico, se logrará el punto de equilibrio imprescindible para la calma social y para que la temporada del Barça pueda traer más éxitos y títulos. 

domingo, 12 de agosto de 2012

'Guerreras' que marcan el camino

Algunas proezas en los JJOO han sido posible sólo desde la incontenible fuerza de la ilusión. Han sido éxitos con grandeza, logrados en condiciones de clara inferioridad. Y ningún ejemplo mejor que las medallas de waterpolo y balonmano femenino español, convertidas en paradigma de la superación y de la lucha a contracorriente, en condiciones muy adversas. Su empeño, sacrificio y entusiasmo se ha impuesto sobre las barreras de la competición y la superioridad teórica de los rivales, con una extraordinaria labor de equipo.

Quedará grabado para siempre el excepcional partido de España frente a Corea, un prodigio de tesón y de confianza en las propias fuerzas, con dos prórrogas y muchos momentos de nervios y emoción. Las jugadoras que ha conducido el vizcaino Jorge Dueñas -- equilibrio de serenidad para un equipo muy impetuoso en la pista-- pudieron derrotar al fin a Corea por 31 a 29, el equipo que las había batido en la apertura de los Juegos, y cuyo palmarés acreditaba su superioridad: oro en Barcelona 92, plata en Atenas 2004 y bronce en Pekín 2008. Ha sido especialmente relevante este éxito --su mejor clasificación olímpica--, tras una temporada descorazonadora para los clubs, que malviven sin apoyos o han desaparecido por la crisis. Jugadoras como la capitana Begoña Fernández o la espléndida Macarena Aguilar --el eje de la selección por su fuerza, inteligencia y coraje--, no han tenido más remedio que fichar por equipos extranjeros, como el Kocije Zajecar, de Serbia, o el Randers, de Dinamarca. 

Así, por su forma de dejar al lado los complejos, emocionó ver a las chicas del balonmano superar todas las adversidades, al límite del derroche, para subir al podio. Han sido el símbolo del gran papel de las deportistas españolas en Londres y han ayudado a que España suba puestos en el medallero final. Pero no importa el color de su medalla, sino lo que representa, el crecimiento constante en la competición y su llegada a la élite mundial en condiciones de escaso apoyo.

 Tanta o más simbología que el balonmano femenino tendrá también el éxito de Tamara Echegoyen, Sofía Toro y Ángela Pumariega en la vela, con el oro en la clase Elliott. Han sido ellas otro ejemplo de la lucha contra las limitaciones. Hace tres años  apenas las conocían en la federación. El secreto de su sorprendente irrupción lo ha explicado Tamara Echegoyen:. “Siempre pensamos que no había bastante, que había que trabajar cuatro horas más que los demás”. Es, por tanto, un triunfo ganado sólo con el trabajo duro y la inextinguible ilusión de unas competidoras ejemplares.

Las chicas han cumplido y marcan el camino olímpico. Si en Pekín-2008 se ganaron 18 medallas, las 17 de Londres mantienen a nuestro país en una posición notable, sobre todo gracias a estos triunfos de las féminas, cuya progresión competitiva ha quedado de manifiesto. De todo lo realizado por los deportistas españoles sólo el atletismo ha dejado un poso de tristeza y ha encencido una clara alarma de estancamiento. Salvo el cuarto puesto de Rut Beitia, en altura, rozando la medalla al superar los 2 metros, el resto de participaciones ha estado muy por debajo de lo esperado. Es una llamada a la reflexión y a la necesidad de una transformación del modelo actual de ayudas, que parte ya de los propios atletas. El experto marchador García Bragado, no ha querido morderse la lengua: “Este deporte necesita un cambio, aunque sea para tirarse al vacío”, ha dicho en alusión al presidente de la Federación Española, José María Odriozola. ¿Alguien le escuchará y se lo tendrá en cuenta?


miércoles, 1 de agosto de 2012

La 'medallitis' española


¿Puede una derrota ser injusta? A los comentaristas españoles se les está llenando la boca de justificaciones a la parcialidad de los árbitros, a sus errores reiterados en contra de nuestros deportistas y equipos –que los está habiendo en Londres, sí, y  flagrantes, como en el gol anulado a Iván Pérez en waterpolo—y al infortunio de la mala suerte para encontrar explicaciones a que se resista tanto la primera medalla.  Probablemente, a alguno de nuestros mejores especialistas no les haya bastado darlo todo en el momento álgido de la competición y les haya faltado subir ese difícil escalón de excelencia que separa a los muy buenos de los mejores, el punto de concentración, esfuerzo y talento que sólo tienen las grandes estrellas para colgarse las medallas olímpicas.

Aunque el deporte español haya sufrido una radical transformación desde 1992, con las ayudas del programa ADO, hay disciplinas, como la natación sin ir más lejos, en las que luchar con los mejores del mundo ya es el más grande premio.  Quedar finalista o ser noveno, como le ha ocurrido a Mireia Belmonte o al relevo del 4x200 libres, es por sí misma una gesta, al nivel de una medalla, en un país que ha visto crecer en los últimos 20 años el número de practicantes aunque siguiendo a mucha distancia de las potencias como EEUU, China y Australia, o de los países europeos que reinan en la competición, como Francia, Italia, Hungría y Alemania.


El placer de un deportista está en su capacidad de superación, en adentrarse en un permanente desafío de buscar siempre ir un poco más allá. Eso les dignifica y les hace héroes en su disciplina contra el crono o contra sí mismos. Es verdad que hay también decisiones subjetivas de los jueces en las competiciones --el desprecio a la tecnología en Londres está siendo la nota negra-- que pueden frenar el sueño de la medalla injustamente, pero aun reconociendo su influencia en los resultados no los explican por sí mismos. Generalmente, se pierde porque el rival ha sido mejor, más audaz, más duro, más listo o más certero en los instantes decisivos.
El judoca español Sugoi Uriarte no ha buscado explicaciones raras después de perder el combate por el bronce en su categoría de menos de 66 kilos. “Estaba convencido de que ganaría, pero los jueces vieron otro combate. Aunque también fue un error mío. Si dejas que los jueces decidan, pueden pasar estas cosas. Tendría que haber solucionado antes el duelo". Expresaba tristeza Uriarte, sí, pero también aceptación de los fallos propios, sin buscar excusas en la decisión de los árbitros.

O como el palista Ander Elosegi, de nuevo cuarto, como en Pekín-2008, alejado del podio y resignado a ocupar el puesto más doloroso entre los grandes competidores en las aguas rápidas de Lee Valley: “En la parte central estuve un poco lento. Lo hice bien, pero no suficiente. Ellos tres han sido mejores”. Han sido ambas lecciones de derrotas con honor, sin las quejas habituales del mal perder y de la impotencia.
 La medallitis que se vive en España está confundiendo demasiado el fulgor de un efímero momento de éxito con la competitividad y  los méritos reales de los deportistas. Todos los que están en los JJOO son estrellas y modelos de superación, y relatan una bella metáfora en el trampolín de la vida: compiten sabiendo que pueden dar un salto hacia arriba en cualquier momento. La medalla, si les llega, es sólo un premio más.