Quedará grabado para siempre el excepcional
partido de España frente a Corea, un prodigio de tesón y de confianza en las
propias fuerzas, con dos prórrogas y muchos momentos de nervios y emoción. Las jugadoras que
ha conducido el vizcaino Jorge Dueñas -- equilibrio de serenidad para un equipo
muy impetuoso en la pista-- pudieron derrotar al fin a Corea por 31 a 29, el
equipo que las había batido en la apertura de los Juegos, y cuyo palmarés acreditaba
su superioridad: oro en Barcelona 92, plata en Atenas 2004 y
bronce en Pekín 2008. Ha sido especialmente relevante este éxito --su mejor
clasificación olímpica--, tras una temporada descorazonadora para los clubs, que malviven sin apoyos o han desaparecido por la crisis.
Jugadoras como la capitana Begoña Fernández o la espléndida Macarena Aguilar --el eje de la selección por su fuerza, inteligencia y coraje--, no han tenido más remedio que fichar por equipos extranjeros, como el Kocije Zajecar, de Serbia, o el Randers, de Dinamarca.
Así, por su forma de dejar al lado los complejos, emocionó ver a las chicas del balonmano
superar todas las adversidades, al límite del derroche, para subir al podio. Han sido el símbolo del gran papel de las deportistas españolas en Londres y han ayudado
a que España suba puestos en el medallero final. Pero no importa el color de su
medalla, sino lo que representa, el crecimiento constante en la competición y su
llegada a la élite mundial en condiciones de escaso apoyo.
Tanta o más
simbología que el balonmano femenino tendrá también el éxito de Tamara
Echegoyen, Sofía Toro y Ángela Pumariega en la vela, con el oro en
la clase Elliott. Han sido ellas otro ejemplo de la lucha contra las
limitaciones. Hace tres años apenas las
conocían en la federación. El secreto de su sorprendente irrupción lo ha explicado Tamara Echegoyen:.
“Siempre pensamos que no había bastante, que había que trabajar cuatro horas
más que los demás”. Es, por tanto, un triunfo ganado sólo con el trabajo duro y la
inextinguible ilusión de unas competidoras ejemplares.
Las chicas han cumplido y marcan el camino olímpico.
Si en Pekín-2008 se ganaron 18 medallas, las 17 de Londres mantienen a nuestro
país en una posición notable, sobre todo gracias a estos triunfos de las féminas,
cuya progresión competitiva ha quedado de manifiesto. De todo lo realizado por
los deportistas españoles sólo el atletismo ha dejado un poso de tristeza y ha
encencido una clara alarma de estancamiento. Salvo el cuarto puesto de Rut Beitia, en altura, rozando la
medalla al superar los 2 metros, el resto de participaciones ha estado muy por
debajo de lo esperado. Es una llamada a la reflexión y a la necesidad de una transformación
del modelo actual de ayudas, que parte ya de los propios atletas. El
experto marchador García Bragado, no ha querido morderse la lengua: “Este
deporte necesita un cambio, aunque sea para tirarse al vacío”, ha dicho en
alusión al presidente de la Federación Española, José María Odriozola. ¿Alguien
le escuchará y se lo tendrá en cuenta?
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