Cuando habla en los estadios, como lo volvió a hacer con la camiseta de España
en Panamá, Andrés Iniesta es la elegancia del fútbol, talento puro en el campo
y discreción fuera de él. Lo que más gusta a los técnicos es su carácter disciplinado
y su capacidad para asimilar todas las situaciones. No suele quejarse. Sólo muy
de vez en cuando, eleva su voz para hacerse oír sin el balón y cuando eso
ocurre es síntoma de algún problema. Iniesta
ha querido ahora lanzar un mensaje sobre sus reiteradas suplencias en la Liga. Ha
venido a recalcar que no es “normal” que Tito Vilanova le deje tantas veces
seguidas en la suplencia. Si el motivo lo han provocado los cuidados y la
recuperación de su reciente lesión, parece que no se lo han aclarado.
Más que una queja, lo que ha hecho Iniesta es marcar la raya
y defender su ascendencia en la plantilla y su peso en el equipo titular del
Barça, al mismo nivel que los Messi, Xavi o Puyol. Nadie en el Barça cuestiona su jerarquía, y tampoco lo ha hecho Vilanova,
pero la competencia en el mediocampo azulgrana ha crecido desde la llegada de Cesc
Fábregas y el técnico aún no ha dado
con la fórmula mágica. La gestión de ese rompecabezas, con la alternancia
de los sistemas 4-3-3 y 3-4-3, todavía sigue siendo una de las asignaturas
pendientes por parte del sucesor de Guardiola.
El encaje de cuatro centrocampistas, con Cesc e Iniesta al lado de Xavi
y Busquets, está provocando fisuras defensivas que han justificado los cambios
en las alineaciones para disgusto de los propios jugadores. Primero se lamentó
Cesc y ahora lo ha hecho Iniesta, suplente en cuatro partidos.
Cesc ha jugado todos
los encuentros en la Liga y su rendimiento, creando espacios para Messi, ha ido
claramente al alza y en beneficio del equipo, pero en cada ocasión que ha
coincidido con Iniesta los destellos de calidad no han ocultado las dudas sobre
un rendimiento inestable. Tampoco el ‘8’
del Barça despunta a su más alto nivel cuando le obligan a jugar como extremo.
Es la actual disyuntiva por la que transitan Vilanova y el Barça, un proceso de evolución en el que se juntan
la elevada competitivad que tiene la plantilla, la obsesión del técnico por
recuperar a jugadores con el ánimo bajo y la búsqueda de diferentes sistemas
que puedan hacer frente a las estrategias defensivas de los rivales. Todo junto
ha propiciado la rotación en las alineaciones.
Si la verdadera medida del liderazgo es la
influencia, Iniesta es difícilmente reemplazable. Nadie
le iguala en su su capacidad para elevar el listón del Barça, y desde esa
certeza muestra ahora su contrariedad por jugar algo menos de lo que quisiera. Pide explicaciones de Vilanova, que quizá el
técnico no ha querido o no ha sabido darle. Parece un gesto simple, que
bastaría para no aumentar el problema.
Publicao en www.diariogol.com
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