La pasión por su oficio y el
amor por el tenis conforman el secreto de Rafa Nadal. El día que ha sumado su
séptimo Roland Garros para entrar en la leyenda, batiendo el histórico récord
de Bjorn Borg, hay que admirar, más que nunca, la capacidad del mallorquín para
conservar intacto el espíritu de lucha . El que ya es uno de los mejores deportistas
españoles de todos los tiempos se significa como ningún otro como un ejemplo de
sacrificio, motivación y humildad, sabiendo preservar la erosión y el cansancio de estar siempre en primera línea. La
privilegiada capacidad de superación de Nadal es su verdadero y excepcional
talento, como el de Federer es la técnica y el de Djokovic es su fortaleza
mental. Siempre el talento y la destreza van juntos, y también en el deporte. Y Nadal no sería el que es sin esa capacidad para trabajar realmente duro en
cualquier situación, favorable o adversa, para intentar ser un poco mejor todos
los días y aprender de los errores.
Nadal ya tiene más títulos
de Roland Garros que nadie en la historia, y más victorias en París que Borg
(52 por 49), la referencia de siempre. Posee ya 50 títlulos y el mismo número
de victorias en Grand Slam (11) que el mítico
jugador sueco, ya sólo superado por
tres de los grandes mitos de la raqueta: Federer (16), el estadounidense Sampras
(14) y el australiano Emerson (12). Ha logrado ser uno de los grandes nombres
de la historia del tenis, pero lo increíble es ver que, recién cumplidos los 26 años, a Nadal no se le
atisba un final a su ambición, ni tampoco parece que acuse el precio de la
fama, el desgaste de los viajes o la autocomplacencia que muchas veces escribe
el principio del abandono.
Nadal es el campeón modélico porque su virtuosismo va
ligado a su esfuerzo, coraje y voluntad. Sabe, como los grandes pianistas,
que sólo repitiendo escalas miles de veces se puede llegar a obtener y
compartir después el inmenso placer de la música. Por eso Rafa sigue ilusionado como una promesa, repitiendo
mecánicamente todos sus golpes en los entrenamientos, machacándose con su raqueta buscando la perfección, para
poder vivir momentos tan sublimes como el de ayer en París.
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