
A partir de ahora, después de 10 temporadas de
éxitos ininterrumpidos, Valdés pasará a estar en el ojo del huracán de la
afición. Será así por la manera individualista con que ha decidido romper la
cuerda. El portero de Gavà tiene todo el derecho a querer marcharse del Barça, y
de hecho, la presión que conlleva el
puesto y las exigencias económicas que siempre ha planteado para equipararse a
los que más cobran instan también a preguntarse por qué no lo ha hecho antes.
Sin embargo, el momento elegido es muy perjudicial para todos. Habla de una
posición poco generosa con el club que se lo ha dado todo e, inevitablemente, esa frialdad con la que
ahora Valdés le paga al Barça le va a hacer daño. La primera reacción es
obvia: las sospechas que pueden abrirse sobre su rendimiento aconsejarán al
Barça vender forzosamente a su portero a final de esta temporada.
Se dice que Valdés dejará a partir de ahora de ser
querido por el barcelonismo. La realidad, cruda y sencilla, es que nunca lo ha
sido. Es decir, no se le ha valorado como a otros. Si jugadores formados en la
cantera como Puyol, Xavi, Busquets, Iniesta, Pedro, o el propio Messi, siempre han
contado con el calor y apoyo de la afición, con el portero no ha ocurrido lo
mismo. El fuerte carácter de Víctor Valdés, alguna salida de tono en las
declaraciones y su tendencia a estirar la cuerda en todas las negociaciones ha
forjado un clima de desencuentros y pequeñas polémicas que los socios del Barça
no han olvidado en sus valoraciones. A
Valdés se le ha aplaudido, sí, pero tanto como se le ha discutido. Y muchas
veces de manera injusta. Lo que parece es que el portero de Gavà se ha
cansado de ese entorno viciado y quiere volar, en sus palabras “a probar otras
culturas y otro fútbol”.
¿Tiene motivos Valdés para elegir este momento
para anunciar su marcha? Probablemente sí, y ciertas fuentes aseguran que lleva
tiempo rumiando el adiós, instado por los petrodólares rusos y dolido por el escaso
tacto que la directiva ha tenido con él. Valdés se ha cansado y quiere irse
para probar otros retos, pero sus razones son, sobre todo, económicas. Su marcha debe entenderse como el fin de
todo ciclo. No hay esta vez lazos sentimentales que valgan. No los quiere el
jugador y los van a olvidar pronto el club y
la afición, obligados ya a pensar en otros porteros. Lo único que debe
desearse, para quien ha sido un ejemplo de profesional, es que Valdés tenga una
buena despedida.
Publicado en www.diariogol.com
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