Aunque el Barça no ganara ningún título
esta temporada, pese a que apunta muy alto, ya es una realidad el primer gran éxito de Tito Vilanova: la
unidad del vestuario. Cuando dejó el equipo Pep Guardiola, pocos intuían una
transición tan plácida, y menos la gran capacidad de gestión del actual técnico
del Barça, golpeado de nuevo por una enfermedad que ha despertado la
solidaridad de todo el mundo del fútbol. La
recaída de Tito ha servido para despertar un sentimiento que aún no era
plenamente visible: la indivisión del Barça en torno a su entrenador.

En un equipo lo importante siempre es “el gallinero”, que no esté
muy revuelto. Las acciones de Tito han ido orientadas hacia lograrlo como único
camino hacia el éxito. Y Rexach, que fue quien colocó hace
años a Vilanova para entrenar en el cadete de los Messi, Cesc y Piqué, cree que
sabe conseguir que el vestuario sea una balsa de aceite: “Es una persona
directa, que no engaña al jugador, no se calla, le dice siempre la verdad y si
cree que uno no va a jugar en toda la temporada se lo dice y se lo argumenta”. Los
principios de rectitud y honestidad, y poco amor al protagonismo.
Tito Vilanova tiene más de lo que muestra y habla menos de lo que
sabe. Esa es su gran fuerza delante del grupo: la credibilidad. En otro momento difícil en el que vuelve a exigírseles a todos
fuerza, valor y compromiso -- a Tito en la enfermedad y a los jugadores en su
respuesta--, la unidad es el valor
añadido más importante sembrado por el entrenador del Barça. Y,al final, será
el más determinante para ganar los partidos y los títulos.
Publicado en www.diariogol.com