España ya tiene su hito en el
fútbol mundial. La selección ganó su tercera final en los últimos cuatro años y el partido de Kiev se recordará ya por la proeza de haber conquistado tres títulos internacionales
consecutivos, lo que no había conseguido antes ninguna otra selección. Hace
casi dos años que España no recibe más de un gol en un partido oficial y ha
encajado uno solo en contra en esta Eurocopa. Una estadística impresionante,
que avala el trabajo de Del Bosque y sus jugadores. Ese es el nuevo dato que
añade España a ese estilo técnico y atrevido que le ha llevado a lo más alto, un
fútbol plagado de centrocampistas cuya mayor virtud es saber defenderse en
torno a la posesión del balón. Una apuesta admirada ya en todo el mundo. En
esta ocasión, España ha dado además un curso de cómo defender el título de
campeón a partir de un excelente despliegue de sus defensas. Y es otro paso
adelante.
La selección de Del Bosque ha
sorprendido en la Eurocopa de Polonia y Ucrania por su capacidad para madurar
los partidos desde una buena contención. Lo ha hecho con variantes tácticas distintas,
con Cesc de falso delantero, con Torres de goleador, o con la velocidad de Pedro y Navas en las
bandas. Recursos que hablan de un equipo bien trabajado desde la dirección
técnica, con el criterio de que los partidos pueden jugarse con estrategias
distintas en los dos tiempos. El mérito del seleccionador ha sido la elección de recursos insospechados para saber jugar a contracorriente, que han culminado en la soberbia exhibición frente a Italia.
España deja para la historia un partido casi perfecto, con un resultado abrumador
ante una selección a la que, salvo en
los penaltis de hace cuatro años en Viena, nunca se había ganado en partido oficial.
Mejor, imposible.
En esta Eurocopa quedarán
imágenes para el recuerdo, como las paradas de Casillas, el penalti de Sergio
Ramos al ‘estilo Panenka’, los pases milimétricos de Xavi, la contundencia de
Piqué, la velocidad de Jordi Alba, la armonía en el campo de dos mediocentros, Busquets y Alonso, los regates inverosímiles de Iniesta, la
profundiad de Cesc moviéndose entre líneas y su penalti decisivo frente a
Portugal o los remates precisos de Torres, elegido máximo goleador del torneo.
Pero, sobre todo, lo que la final engrandecerá es el brillo del conjunto, un grupo
extraordinario de jugadores que con su unidad, coraje y valentía han llevado a vivir la época más gloriosa del fútbol
español.
Nada es casual, y menos en los triunfos. Los
resultados de la selección han llegado gracias a un cambio de estructura, mejor
planificación en los clubs con el trabajo de cantera, y una mayor profesionalidad, junto a más capacitación técnica de los entrenadores. El liderazgo europeo de
Barça y Madrid es uno de sus reflejos, y ha coincidido también con que algunos
de los mejores jóvenes jugadores del país han probado la aventura de salir al
extranjero, rompiendo barreras y miedos en las otras ligas. Así es como España ha borrado
definitivamente los complejos con el pasado. Lo más importante que se aprende cuando se
gana es que se puede ganar, y ese es justo el gran mérito de Del Bosque: la convicción. Ha sabido
crear las condiciones ideales para conducir al éxito a una generación de futbolistas
privilegiada e irrepetible.
privilegiada e irrepetible.
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