domingo, 1 de julio de 2012

Aprender a ganar


España ya tiene su hito en el fútbol mundial. La selección ganó su tercera final en los últimos cuatro años y el partido de Kiev se recordará ya por la proeza de haber conquistado tres títulos internacionales consecutivos, lo que no había conseguido antes ninguna otra selección. Hace casi dos años que España no recibe más de un gol en un partido oficial y ha encajado uno solo en contra en esta Eurocopa. Una estadística impresionante, que avala el trabajo de Del Bosque y sus jugadores. Ese es el nuevo dato que añade España a ese estilo técnico y atrevido que le ha llevado a lo más alto, un fútbol plagado de centrocampistas cuya mayor virtud es saber defenderse en torno a la posesión del balón. Una apuesta admirada ya en todo el mundo. En esta ocasión, España ha dado además un curso de cómo defender el título de campeón a partir de un excelente despliegue de sus defensas. Y es otro paso adelante.

La selección de Del Bosque ha sorprendido en la Eurocopa de Polonia y Ucrania por su capacidad para madurar los partidos desde una buena contención. Lo ha hecho con variantes tácticas distintas, con Cesc de falso delantero, con Torres de goleador,  o con la velocidad de Pedro y Navas en las bandas. Recursos que hablan de un equipo bien trabajado desde la dirección técnica, con el criterio de que los partidos pueden jugarse con estrategias distintas en los dos tiempos. El mérito del seleccionador ha sido la elección de recursos insospechados para saber jugar a contracorriente, que han culminado en la soberbia exhibición frente a Italia. España deja para la historia un partido casi perfecto, con un resultado abrumador ante una selección  a la que, salvo en los penaltis de hace cuatro años en Viena, nunca se había ganado en partido oficial. Mejor, imposible.

En esta Eurocopa quedarán imágenes para el recuerdo, como las paradas de Casillas, el penalti de Sergio Ramos al ‘estilo Panenka’, los pases milimétricos de Xavi, la contundencia de Piqué, la velocidad de Jordi Alba, la armonía en el campo de dos mediocentros, Busquets y Alonso, los regates inverosímiles de Iniesta, la profundiad de Cesc moviéndose entre líneas y su penalti decisivo frente a Portugal o los remates precisos de Torres, elegido máximo goleador del torneo. Pero, sobre todo, lo que la final engrandecerá es el brillo del conjunto, un grupo extraordinario de jugadores que con su unidad, coraje y valentía  han llevado a vivir la época más gloriosa del fútbol español.

Nada es casual, y menos en los triunfos. Los resultados de la selección han llegado gracias a un cambio de estructura, mejor planificación en los clubs con el trabajo de cantera, y una mayor profesionalidad, junto a más capacitación técnica de los entrenadores. El liderazgo europeo de Barça y Madrid es uno de sus reflejos, y ha coincidido también con que algunos de los mejores jóvenes jugadores del país han probado la aventura de salir al extranjero, rompiendo barreras y miedos en las otras ligas. Así es como España ha borrado definitivamente los complejos con el pasado. Lo más importante que se aprende cuando se gana es que se puede ganar, y ese es justo el gran mérito de Del Bosque: la convicción. Ha sabido crear las condiciones ideales para conducir al éxito a una generación de futbolistas 
privilegiada e irrepetible.

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